sábado, 4 de enero de 2020

Lied ¿ohne worte?. Un mensaje de amor en el Adagietto de Mahler

Las "canciones sin palabras" (Lieder ohne worte, en alemán) son un tipo de piezas, habitualmente para piano, de carácter lírico y expresivo muy cultivadas durante el Romanticismo. A los melómanos nos viene a la mente casi de manera inmediata la figura de Felix Mendelssohn, padre de este género de piezas y quien, tal vez, escribió más.

Felix Mendelssohn

Durante el Romanticismo, la música fue considerada el arte más elevado ya que era la que con más facilidad podía rasgar el velo de las palabras y los conceptos para expresar "aquello inexpresable". Mendelssohn siempre rehuyó poner algún título o sugerir alguna idea literaria a sus canciones sin palabras. De hecho, se opuso cuando su amigo Marc-André Souchay intentó poner texto a estas para convertirlas en canciones al uso. Mendelssohn, sorprendentemente, le escribía:
Lo que la música me expresa no es un pensamiento demasiado indefinido como para ponerle palabras, sino al contrario, demasiado definido.
Este prototipo de piezas líricas que Mendelssohn propuso tuvo un gran éxito. Muchos compositores vieron en esta idea de expresividad y poesía sin palabras un modelo al que aferrarse. Las canciones sin palabras evolucionaron y tomaron muchas y muy diversas formas, llegando a formar parte, en algunos casos, de obras sinfónicas.


Una obra que puede ser entendida como una canción sin palabras es la que, tal vez, sea el movimiento más famoso de la obra de Gustav Mahler, el Adagietto de su quinta sinfonía. Quien ha visto la maravillosa película "Muerte en Venecia" que Luchino Visconti dirigió a principio de los 70 no puede olvidar la escena final y el papel que esta exquisita música juega.

Una escena del rodaje de Muerte en Venecia


Uno de los músicos que más hizo por la difusión de la obra de Mahler fue el director de orquesta Willem Mengelberg. Este, que como tantos otros artistas sufrió en sus carnes las restricciones y persecuciones vividas en Europa durante la primera mitad del siglo XX, tuvo un papel fundamental en la difusión de la música de Mahler y parece que el compositor y el director mantuvieron una estrecha relación de amistad. Mengelberg nos ha dejado alguna de las grabaciones más míticas y sorprendentes de la música de Mahler.


Willem Mengelberg
Un documento que nos lleva a imaginar y reflexionar sobre el extraordinario
Adagietto de Mahler es, precisamente, la partitura que Mengelberg utilizaba para dirigirlo. Su primera página es un tesoro.

Primera página de la partitura de Mengelberg del Adagietto

A parte de la desmesurada cantidad de indicaciones de naturaleza musical que nos hablan del perfeccionismo de Mengelberg, nos sorprenden las anotaciones que encontramos al margen. En la parte superior derecha de la página podemos leer:
Este Adagietto fue la declaración de amor de Gustav Mahler a Alma! En lugar de una carta, le envió este manuscrito, sin más explicación. Ella lo entendió, y le respondió que ya podía ir!!! Me lo han contado los dos.
Esta Alma es una de las personalidades más fascinantes del siglo XX. A parte de tener una faceta creativa inmensa y una capacidad crítica casi profética, Alma es recordada por haberse casado con personajes tan interesantes como el arquitecto Walter Gropius, el escritor Franz Werfel o el propio Gustav Mahler. Por no hablar de sus amistades con personas como Gustav Klimt o Alban Berg, que siempre tomaron buena nota de sus consideraciones, opiniones y críticas. El año 1902 se casó con Mahler, justamente el año en que el compositor preparaba su Quinta.

Alma Mahler, leyendo una partitura

Volviendo a la partitura de Mengelberg y fijándonos en la anotación que encontramos en la parte izquierda nos sorprende un pequeño poema que parece guardar una estrecha relación con la música del Adagietto. El poema dice:


Wie ich doch liebe,
Du meine Sonne,
ich kann mit Worten
Dir's nicht sagen.
Nur meine Sehnsucht
Kann ich Dir klagen
Und meine Liebe,
Meine Wonne!

Como te amo,
oh sol mío,
no te lo sabría
decir con palabras.
Sólo sé lamentarme
de la nostalgia,
y de mi amor,
delicia mía!


El musicólogo Joan Grimalt —a quien debemos tanto la traducción del poema como de las anotaciones así como esta historia— en su libro "Música i sentits" habla del patrón regular de cinco notas (sílabas) que está presente en el Adagietto y de las enormes cualidades prosódicas de esta música. Si nos fijamos bien, podemos entender como esta pequeña poesía que anota Mengelberg al margen, encaja perfectamente con la melodía del Adagietto.

Recostrucción de la melodía del Adagietto con la poesía de Mengelberg

Esta reconstrucción tal vez nos parezca ingenua o, incluso el poema que escribe el propio Mengelberg nos parezca cándido e inocente. Lo que es innegable es que esta música contiene alguna cosa especial que nos habla de un mensaje oculto entre las notas. Esto nos remite a la última de las anotaciones presentes en la partitura, la que encontramos en la parte baja. Mengelberg escribe con letra apasionada:
Si la música es un lenguaje, aquí lo es más que en ningún otro sitio. Él se lo dice todo a ella con notas y con sonidos, con música.

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